Toda mi vida he estado en la búsqueda de sentido. Recuerdo de chico haciéndome preguntas existenciales: ¿Quién soy? ¿Para qué estoy? ¿Adónde voy?

​

Así fue que a los 14 años, acompañado por mi madre, comencé mi viaje al autoconocimiento. Primero fue un curso de "Control Mental, método Silva", que me permitió darme cuenta del gran poder de la mente.

​

Los años siguientes me leí todos los libros que cayeron en mis manos sobre autodesarrollo, meditación, espiritualidad, entre otras temáticas. Estaba maravillado por el potencial que el ser humano tenía para crecer y expandir sus habilidades y su realidad. A mis 18 años ya lideraba grupos de meditación, lectura y reflexión.

 

Estaba convencido de que el mundo del autodesarrollo era lo mío, aunque no sabía lo que me esperaba…

​

Al terminar el colegio, en lugar de apostar por seguir creciendo en el desarrollo personal, seguí el mandato social y el de mi padre, que me conminaban a estudiar una carrera de "las importantes". Por eso, decidí que lo más conveniente para una mente creativa como la mía era estudiar ingeniería, porque creía que los ingenieros podían inventar y crear cosas. Luego de cuatro años de estudiar ingeniería industrial, de golpe, me di cuenta de que mi creatividad se había desvanecido: me había convertido en una calculadora con pies.

 

En un arrebato desesperado para recuperar el sentido y dirección en mi vida, decidí pasar a estudiar diseño industrial durante otros cinco años. Esta nueva carrera me dio mucha alegría porque pude explotar mi costado creativo. Me faltaba algo y no sabia qué….

​

Supuse que lo encontraría en el trabajo. Por eso, comencé a desempeñarme en diferentes empresas, en las cuales viví grandes aprendizajes, pero salí espantado por los obsoletos y atrasados modelos de liderazgo. Así que pronto creé mi propia empresa para poder definir mis propias reglas y valores: fundé un estudio de diseño e imagen corporativa.

​

Sin embargo, seguía sintiendo que me faltaba algo y no sabía qué. Seguí buscando por el mismo camino formándome en variadas disciplinas, marketing, comunicación, ventas, estrategias de negocios, publicidad. Pronto el estudio se convirtió en una agencia de diseño, comunicación y marketing. Es decir, ya no solo brindaba productos y servicios sino que asesoraba en estrategia a mis clientes.

 

En un plano mi vida continuaba creciendo a pasos agigantados. Pero, una vez más, sentía que no era suficiente y por eso seguía buscando. Con el tiempo, me fui dando cuenta de que al sentarme a asesorar a los clientes me urgía ayudarlos con algo más profundo que solo las acciones de comunicación de marca: quería ayudarlos con sus obstáculos, sus dificultades y lo que para mí eran sus cegueras. Poder encontrar el origen de lo que no les salía en sus vidas y sus empresas.

​

A la distancia está claro que no solo quería ayudar a mis clientes sino que yo mismo necesitaba ayuda. Como si fuera un reflejo de mi propia realidad, me encontraba trabajando de manera desbordada, hasta cualquier hora, con muchos obstáculos, sin sentirme feliz.

​

Estaba muy estresado, con cada pico de estrés me salían yagas en la boca… Me sentía perdido. Tomé muchas decisiones convencido de que me acercaría a la solución a mis problemas: mudé la oficina a una cuadra de mi casa, agrandamos y achicamos el equipo, me capacité, me asocié a otras marcas, contraté nuevas herramientas, reestructuré todo lo ideado. Nada quitaba mis suspiros de angustia.

 

Así fue que, buscando ayuda para mí mismo, decidí estudiar la carrera de Coaching Ontológico sin darme cuenta de que en ese momento estaba reintegrando a mi vida mi amor por el desarrollo personal.

​

Durante varios años seguí instruyéndome con grandes maestros que me ayudaron no solo a transformar mi vida diaria, sino a lograr encontrar ESO que me faltaba a la hora de asistir a mis clientes, descubrir mi propio propósito personal.

 

De repente me encontré desarrollando mi propósito de contribución y, lo mejor de todo, sintiéndome inmensamente feliz al hacerlo. Justo en ese instante, caí en la cuenta de que había encontrado el origen de mi gran búsqueda, vislumbré que yo estaba diseñado para inspirar y ayudar a otros a evolucionar con propósito.

​

Entonces, entendí, después de tantos años de búsqueda, de que había necesitado perderme para reencontrarme en plenitud.

​

Teddy Barrena Guzman